jueves, 7 de mayo de 2020

CARTA AL VECINDARIO DEL CORONAVIRUS.



Querida vecina, querido vecino:


Espero que al recibo de ésta te encuentres bien.

 Nosotros nos encontramos bien. 

Nos encontramos bien gracias a ti.



En estos tiempos difíciles, cuando todo parecía indicar que la solución a tantos problemas está en una fraternal humanidad entrelazada, no sabemos si por accidente, por castigo o impunemente, el beso, el aliento, la palabra, la cercanía con la gente, se vistieron de enfermedad y muerte, abriendo las puertas del infierno, invitando a heroísmos.

 el beso, el aliento, la palabra, la cercanía con la gente, 

se vistieron de enfermedad y muerte


Y allí apareciste tú.


Y allí apareciste tú. Con tu bata, con tu mono, con tu mejor traje solidario, con tu sonrisa tras la mascarilla, con tu puerta cerrada, con tu “este mes con recibos y sin ingresos”, con tus ojos preguntones encendidos como faros, con tu huerto de visitas a escondidas, con tus soledades, con tus ausencias, con tus responsabilidades crecidas, con tus manos vacías dispuestas a sumar, con tu cara de asombro apenas adivinada en la cola de la compra, con tu comprensión como filtro, con tu abrazo en el gesto al cruzarnos, con tus llamadas para estar con el que está lejos y te gustaría estar, con tu “yo me quedo en casa”, con tus gracias desde la ventana, con tu esperanza a veces acorralada, con ese cariño que no se acaba.



¡Gracias! Estoy bien y te lo debo también a ti. Fuera, la tormenta, sí. Cerca, cuento contigo, sin ti no soy nada, como dice la canción. Me siento persona más segura que con una compresa fina, si tu me cuidas. Vecina, vecino, ya contaba contigo, hoy sé que me eres imprescindible. Tú, junto al resto de vecinos, os habéis convertidos en mi mejor paraguas, cuando se despliega la mejor versión de cada cual. Casi me siento inmortal, protegido por tu cariño, mientras noto como el virus se vuelve mortal, tan vulnerable como cuando los humanos estamos solos. Juntos vamos a aislarlos, al virus, a la enfermedad, al dolor, al sufrimiento, vamos a cerrar las puertas del infierno que, sin querer, hemos construido. 

 me siento inmortal, protegido por tu cariño


he sentido una conexión de vecinos


¡Gracias! En la distancia he sentido esa conexión de vecinos. Aun en la distancia, los nadies vamos a hacernos más que alguien. A pesar de la separación, los invisibles nos vamos a dejar ver. Ya nadie sobra. Hasta las babas de un gusano se convierten en seda tras la observación, la sabiduría, la paciencia, la voluntad y muchas manos empujando en la misma dirección. Me llamarás optimistas si quieres, yo creo que hay cosas que no existen hasta la palabra que las nombra. Tal vez por eso las cosas que quiero las nombro una y otra vez. Y a ti te quiero.

  Ya nadie sobra.

Un abrazo muy grande.

Firmado: Una de muchas.

Albalate de Cinca. 07-05-2020




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