miércoles, 6 de mayo de 2020

EL PRECIO DE LA VIDA


¿VALE LO MISMO CON CORONAVIRUS?



Sí, yo también de esos, de los que no saben no contestan. 




No, no sé donde está la solución a todos los problemas. Tenemos problemas sin soluciones. Tenemos soluciones sin problemas. Tenemos soluciones que no resuelven problemas. Tenemos problemas que no sabemos.  Tenemos soluciones que crean problemas. Tenemos soluciones que no sabemos, otras que no queremos, otras que tememos... tenemos soluciones, solo falta encontrar para qué problemas.

Yo no sé, no contesto. No lo tengo claro. Creo que 

vivir consiste en eso, en ir resolviendo problemas.


No pueden tomarse decisiones sin cometer errores, tomar decisiones implica elegir una opción entre varias y, una vez vistos los resultados, puede valorarse qué otra opción hubiera resultado más beneficiosa. Hay decisiones que pueden rectificarse y otras que resulta demasiado tarde.

Yo no sé, no contesto. No lo tengo claro. Creo que 

vivir consiste en eso, aprender tropezando.



Ya sé que hay gente que tiene soluciones para todo y que critica cualquier decisión que toman otros, intentando convencer a los demás de que su opinión, sin responsabilidad, es la que habría que tomar. También los he visto defender una cosa y la contraria, dependiendo del día y de quién lo proponía. En su entusiasmo, en ocasiones sin aportar alternativa, se llevan por delante no solo a la idea, la propuesta, la medida tomada,… descalifican al otro, a la persona entera, al grupo al que pertenece y, de paso, a todos los que identifica con esa corriente de pensamiento.

Yo no sé, no contesto. No lo tengo claro. Creo que 

vivir consiste en eso, convivir respetando.




Parece ser que lo digital se va imponiendo por encima de la realidad. Nos informamos y nos comunicamos digitalmente, últimamente hemos pasado de “estar con el que no estás para no estar con el que estás”, al “estar con el que no estás para no estar”. Claro que ahora resulta importante donde estás y con quién puedes estar, así que, digitalmente, se va a controlar donde estás, incluso va a sonar una alarma si estás con alguien a menos de dos metros. “¡Cuidado, ser humano cerca!” En vez de avisarte de que tienes a un virus, la amenaza real, pues no, hemos convertido a la otra persona en peligrosa. Y los niños repartidos, un rato digital y otro separados. "¡No tocarse, no medirse, besarse... solo con la mirada!"

Yo no sé, no contesto. No lo tengo claro. Creo que 

vivir consiste en eso, entrelazarse unos con otros .



Se anuncian reacciones al nuevo tiempo de “desescalada”, donde el miedo, la preocupación, la ansiedad, la angustia o incluso la pereza impiden salir de casa. Claro que conviene tener en cuenta si vives en una jaula de oro con jardín y vistas o en una caja de cartón en un patio interior. El distanciamiento está sirviendo como medida terapéutica, algo provisional, con graves efectos secundarios, no sirve ni como cuidados paliativos y mucho menos como solución permanente.

Yo no sé, no contesto. No lo tengo claro. Creo que 


vivir consiste en eso,  

en la unión de las personas está la solución, 

no en el distanciamiento.




Yo no sé, no contesto. No lo tengo claro y me pregunto: 


¿Qué precio tiene la vida? 


¿Qué está por encima de la vida de los seres queridos? Seguro que la economía, el déficit, la prima de riesgo, el IPC, la balanza comercial, un puesto en cualquier ranking,... no está entre ellos. 

 Y ¿una vida sin poder acariciar, abrazar, besar? 

 ¿una vida con filtro? 

¿una vida a más de dos metros?

Este aplauso vuelve convertirse en abrazo y en la promesa de los que nos daremos tocándonos de verdad.

Albalate de Cinca. 06-05-2020

Vale, no vale, vale,...

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