EN LUGAR DE COSER MASCARILLAS
La
solidaridad nos ha impulsado a coser mascarillas, faltaban y
resultaban necesarias. Las podíamos hacer y se han hecho. ¡Ojala
no haya que volver a hacerlo!
Un
simple virus, tan pequeño que necesitamos un potente microscopio
para verlo, ha servido para darnos cuenta de nuestra vulnerabilidad
como especie. Si a esto añadimos las casi olvidadas inundaciones y
otros desastres consecuencia de las alteraciones climáticas, se nos
cae a pedazos la confianza ciega de omnipotentes dueños del
universo.
No está mal un poco de humildad.
Tal vez la Tierra nos
este poniendo de nuevo en nuestro sitio.
¿Dónde
está nuestra fuerza? ¿Dónde reside nuestro poder? Lo que todavía
hoy consideramos como riqueza, que también eso ha cambiado, ¿cómo
está repartida? Los más tenemos menos, los menos tienen más. Y
¿para qué sirve, si teniendo no hay quién haga mascarillas? ¿Para
que sirve, si teniendo, no hay quien cultive tu comida, quién te la
transporte, quien te la sirva, quien te limpie, quien te
cure,..?¿Para que sirve, si teniendo no puedes respirar el aire que
te sobra? ¿Para que sirve el agua si te rebosa, si te envenena?
¿Para que sirve ahora, el papel higiénico inútilmente acumulado?
Las
personas dependemos unas de otras, dependemos de la tierra a la que
pertenecemos, del aire que respiramos, del agua de la que estamos
hechos, de la energía que empleamos. ¡Solos qué poco somos!
Nos hacemos grandes cuando estamos unidos unos a otros y enraizados
a la tierra como parte de ella. Así que volvamos a hacernos
grandes, grandes frente al virus y grandes frente a la codicia de
unos pocos.
La
solidaridad nos llevó a coser mascarillas porque las necesitamos.
La necesidad ahora nos lleva a tejer redes. Redes que nos comuniquen
unos con otros, redes que nos den seguridad, que protejan la salud,
que reparta sabiduría, que nos hagan fuertes, que nos hagan
grandes,... redes tiernas, nutritivas y confortables,… redes que no
dejen fuera a nadie.
La
solidaridad ahora, está en darle la mano al que tienes cerca, venga de
donde venga, una red de proximidad, de apoyo mutuo, de confianza, de
calidad humana, por encima de cualquier valor económico, de
prestigio, de comodidad, de prepotencia, de “qué se habrá
creído”,... un tejido fraternal que se va extendiendo con el efecto
mariposa, una unión capaz de dar la vuelta a la Tierra ida y vuelta.
Los más seremos mucho más, frente a los virus y las verdes
moscardas.
Ahora
necesitamos tejer, en encaje de bolillo tal vez.
Faltan redes y
resultan necesarias. Las podemos hacer.
¿Vamos a dejar de
hacerlas?
Hilemos
ahora nuestros aplausos. Acuérdate de quiénes te están cuidando y
mañana trenza tu sonrisa con la suya. Ya son nudos de la red, no
cortes el hilo. Aplaude para hacer un tejido más tupido, cuenta
también conmigo.
Albalate
de Cinca. 04-05-2020
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