ALEJANDRO SE ACUERDA DE ALBALATE.
PARA ESCUCHAR MIENTRAS LEEMOS.
LIBRE. NINO BRAVO
LA VIDA SIGUE IGUAL. JULIO IGLESIAS
Hace cinco semanas ya que no nos vemos, hace cinco semanas que no nos
cantamos, hace cinco semanas ya que no podemos compartir esos momentos
en los que ponemos en valor mucho más que la música con la que tanto
disfrutamos, en la que compartimos lo que somos
y lo que tenemos: la vida en definitiva, esa vida que en estos días nos
han secuestrado un poco confinándonos en casa: Camino Verde, Alma,
corazón y vida, La palomica, Golondrina mensajera, Cerezo rosa, País
perdido, La vida sigue igual, La media vuelta, Ojalá que te vaya bonito, La higuera, Gracias a la vida...
Volveremos a cantarlas, volveremos a cantar juntos.
Todos sentimos mucho no poder estar compartiendo, compartiendo las
canciones que ya son nuestras, de todos y todas, acompañándonos con
aquello que sabemos hacer juntos que es casi todo y en momentos en los
que la compañía es vital ¡Como quisiéramos estar compartiendo
en momentos en los que no tenemos oportunidad de hacerlo! ¡Cuánto se
echa de menos...!
Volveremos a cantarlas, volveremos a cantarlas juntos.
Es buena hora también para reconocer precisamente el valor de los
cuidados, no solo de los sanitarios -que también-, los cuidados que
históricamente habéis asumido las mujeres, dedicando tiempo, vidas,
carreras profesionales frustradas... a los cuidados, ¿qué
sería de esta sociedad sin las personas que llevan a cabo los cuidados
fundamentales de vida? ¿y sin ese saber hacer transmitido de una
generación a otra? Esperemos en adelante, nos acordemos. A ellas, a esas
mujeres con las que compartimos el día a día en
nuestro taller, a ellas que nos enseñaron a cuidar y nos permiten
seguir en momentos un poco más duros aliviándonos, un abrazo bien
grande.
Es hora de esforzarnos por encima de nuestras
posibilidades en asentar proyectos, amistades, relaciones... escapando
del individualismo y del "sálvese quien pueda". Es hora de aislar las
toxicidades, de vivir, de llenar cada momento
de poesía y de música que revierta cualquier situación anómala desde la
responsabilidad social que debemos de asumir irrenunciablemente,
analizando qué ha pasado durante este mes pero también de unos años acá
con nuestros mayores. Es
hora reconocer también al que tenemos al lado, a nuestro vecino, a nuestro compañero o compañera, al que recoge nuestra comida
en el campo y que casi no sobrevive con su sueldo, a
la trabajadora que nos cuida, la tienda en la que compramos... Es hora
de identificar, apartándolo, lo que
nos hace mal, lo que nos entristece y lo que no aporta más que
negatividad a nuestra cotidianidad, lo que nos genera relaciones
fraudulentas de vida.
Casi todas y todos
vivimos en algún momento, situaciones mucho peores de las que nos toca
vivir a día de hoy y en ellas aprendimos mucho.
Lo que en estos momentos nos toca y gracias a nuestra sanidad pública
construida por nuestros mayores, a la solidaridad entre los trabajadores
y entre las personas que nos rodean atendiendo a criterios de salud
comunitaria -siempre en común-
lo superaremos con creces, esperando que sea con cambios positivos y
con criterios de transformación en los que debemos construir
conscientemente, dejando atrás con responsabilidad todo aquello que no
cabe, todo aquello que no atiende a criterios de vida con
mayúsculas.
Si hasta ahora ninguno de nosotros y nosotras
fue superado por las circunstancias que nos ha tocado vivir, no será
esta situación la línea que marque un antes y un después, nada más lejos
de la realidad; eso sí, nos toca vivir un confinamiento y
una situación clínica que para nada nos esperábamos a estas alturas y para el que debemos tener estrategias de afrontamiento. Resistiremos
con naturalidad.
Desde la orilla del río Zinqueta y con el corazón un poco en el Miño, el
Sil, el Sella, el Nalón y el Turia y, como no, en el Cinca, con mi
familia y amigos, quiero mandaros un abrazo muy fuerte a todos y cada
uno de los que compartimos un taller que para mi
es ya parte de la vida que me ha tocado vivir, no de mi vida
profesional, si no de aquello que hago ya hace años y me llevo para
siempre. Un abrazo fraternal a aquellos y aquellas que conseguís que en
estos días de aislamiento relativo nos sintamos un poco
mejor recordando momentos que traen consuelo, fortaleza y también algo
de nostalgia, sabiendo que estaréis ahí en cuanto nos dejen salir de
nuestras casas y de nuestros pueblos, a los balcones de la vida.
Por ello, ese fuerte abrazo a todas las personas que nos tratamos con
cariño, con besos y abrazos que ahora no podemos darnos -nos los
daremos-, a los participantes en ese taller de música que vivimos desde
la empatía radical y que gracias al esfuerzo de todos
y todas desarrollamos, intentando llenarnos de vida en el día a día; a
pesar de los traspiés vitales que se nos ponen por delante, seguiremos,
naturalmente.
Volveremos a cantarlas, volveremos a cantarlas juntos.
Volveremos a
cantar con más gana si cabe y más bien pronto que tarde, espantando todo
aquello que nos atormenta tal y como hacemos cada día esforzándonos por
crear un espacio irrenunciable de vida,
un espacio en el que no tenemos más que sonrisas y voluntad de ser
mejores, tan necesario para todos.
Abrazos, abrazos que bajen por el Zinqueta y el Zinca, se repartan y
lleguen a la tierra plana saltándose el mandato inquisidor de distancia
social que nos quiere imponer la biología.
Cantemos mientras tanto...
ALEJANDRO LUACES QUESADA
GRACIAS A LA VIDA. MERCEDES SOSA
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