CUIDAR
¿LO PONEMOS DE MODA?
Morgan Westling MIÉRCOLES DE TERTULIA. 23-02-2022
Alguno de los comentarios que compartimos esta tarde. La humanidad surgió cuando un ser humano cuidó a otro que necesitaba ayuda.
La ética del cuidado se basa en la comprensión del mundo como
una red de relaciones de la que formamos parte y tenemos
responsabilidad hacia las otras personas. El compromiso hacia los
demás se entiende como una acción en forma de ayuda.
Entendemos cuidar como la ayuda necesaria que prestamos a otras
personas para que lleven a cabo su proyecto vital, sus sueños, sus
ilusiones, esperanzas…
Universalizar el cuidado. Superar el ámbito privado y femenino.
Tradicionalmente el cuidado se ha repartido en el ámbito privado, dentro de la familia, en la tribu, en el
pueblo. Generalmente en manos de mujeres. Las profesiones que tienen que ver
con el cuidado están todavía fuertemente feminizadas (mayoría de mujeres),
educación, sanidad, limpieza, cuidados de mayores,...
En el modelo urbano y comercial la competitividad ha sustituido al
cuidado y a la compasión, convirtiendo a los demás en adversarios.
Hay algunos indicios de que esta realidad de competitividad salvaje
puede ir cambiando hacia un modelo de desarrollo basado en el cuidado
y la colaboración.
Nos corresponde a todas y cada una de las personas la responsabilidad
de llegar a universalizar una moral práctica y cotidiana de cuidado.
Se necesita: - Valorar y dignificar las tares de cuidado. - Convertilas en responsabilidad, rutina y costumbre de todas y cada
una de las personas.
- Una educación, tanto familiar como reglada, con especial
sensibilidad para desarrollar el cuidado como valor destacable, que
fomente la capacitación en las tareas de cuidado, empatía y
compasión.
- Que los hombres se incorporen con dignidad y al mismo nivel de
responsabilidad que las mujeres a las actividades
del cuidado: Escuchar,
prestar
atención, responder con
integridad,
honestidad
y
respeto,
… darse
permiso para la ternura, asumir responsabilidades “domésticas” e
interpersonales,… más allá de las que están basadas en el poder
masculino o patriarcal.
La sobreprotección no cuida, incapacita. Se convierte en una
forma de maltrato.
Revisamos los roles tradicionales y la abnegación (sacrificio y
sufrimiento en silencio) tan valorada en otros tiempos para
recuperar voz y protagonismo.
- Sustituir el ordeno y mando por confianza y cooperación entre
iguales, reparto de responsabilidades, tareas compartidas,…
- Moderar el premio-castigo fijando conjuntamente límites,
consecuencias de incumplimientos pactadas, el error como aprendizaje...
- Dejar hacer, con tutela y límites adecuados, sin prohibir, sin
incapacitar. Desarrollar la autonomía personal.
- Cariño incondicional.
Salir del paradigma Competitividad- Desarrollo-Triunfo.
Llevamos algún tiempo que se ha impuesto la idea de que se necesita
competitividad para llegar al triunfo, “o pisas o te pisan” “el que más chufla capador” Sin embargo, sabemos que los mayores
logros de la humanidad se han conseguido desde la cooperación y no
desde el enfrentamiento. Algo estamos haciendo mal cuando vemos lo
que vemos, si seguimos por donde vamos ya sabemos a donde llegamos,
2para ir a donde no estamos se precisa ir por donde no vamos".
Tal
vez,
un
cambio
de actitud a
favor de esa colaboración que impulsó los mayores cambios sociales,
se convierta en
una auténtica revolución y
conduzca a la humanidad a un desarrollo conectado con la bondad.
¿NOS CUIDAMOS?
- Me cuido.
- Me dejo cuidar.
- Cuido a los que tengo cerca.
- Me responsabilizo con el cuidado del entorno.
- Mi cuidado llega lejos. Cuido mi memoria, mis necesidades y mis
sueños.
Entendemos cuidar como la ayuda necesaria que prestamos a otras personas para que lleven a cabo su proyecto vital, sus sueños, sus ilusiones, esperanzas…
Universalizar el cuidado. Superar el ámbito privado y femenino.
Tradicionalmente el cuidado se ha repartido en el ámbito privado, dentro de la familia, en la tribu, en el pueblo. Generalmente en manos de mujeres. Las profesiones que tienen que ver con el cuidado están todavía fuertemente feminizadas (mayoría de mujeres), educación, sanidad, limpieza, cuidados de mayores,...
En el modelo urbano y comercial la competitividad ha sustituido al cuidado y a la compasión, convirtiendo a los demás en adversarios.
Hay algunos indicios de que esta realidad de competitividad salvaje puede ir cambiando hacia un modelo de desarrollo basado en el cuidado y la colaboración.
Nos corresponde a todas y cada una de las personas la responsabilidad de llegar a universalizar una moral práctica y cotidiana de cuidado.
Tal vez, un cambio de actitud a favor de esa colaboración que impulsó los mayores cambios sociales, se convierta en una auténtica revolución y conduzca a la humanidad a un desarrollo conectado con la bondad.
¿NOS CUIDAMOS?
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