No hace mucho que el pueblo tenía una forma propia de hablar.
La globalización va propiciando una forma cada vez más unificada en el lenguaje, a la vez que se va perdiendo formas personalizadas del idioma. Todavía conservamos algunas palabras y expresiones que pueden perderse o conservarse dependiendo de nuestra actitud.
La tertulia programada el pasado miércoles se torno apasionada y se desvió del camino principal. Como nos queda camino por recorrer charrando, recordando y defendiendo nuestra riqueza lingüística
¡lo retomamos el próximo miércoles!
¿HABLAMOS ARAGONÉS?
El aragonés es un idioma autóctono de
Aragón, de filiación románica, y está considerado por el Atlas
Interactivo UNESCO de las Lenguas en Peligro en el Mundo como una
lengua en peligro de desaparición. A pesar de sus graves problemas
sociolingüísticos, el aragonés posee su propia gramática y una
literatura más que aceptable.
En Aragón, el aragonés está reconocido como
lengua propia por diferentes instrumentos legales, como el Estatuto
de Autonomía o la vigente Ley de Lenguas de Aragón. Sin embargo no
goza de un régimen de cooficialidad.
Desde el punto de vista filológico, se trata de
un dialecto del latín, lo mismo que el castellano, el italiano o el
francés y su nacimiento como lengua se produjo prácticamente a la
vez que el de los otros cuatro idiomas romances de la Península
Ibérica: el gallego-portugués, el asturiano-leonés, el castellano
y el catalán. Esto ocurría a finales del primer milenio y así
culminaba el proceso de romanización. En gran parte del entorno del Pirineo se
conservó una lengua primigenia de la que ha derivado el euskera
actual y que todavía se identifica en la toponimia. Con el inicio
del segundo milenio, el aragonés se extendió hacia el Sur al tiempo
que avanzaba la Reconquista: las gentes venidas del Norte iban
repoblando los nuevos territorios. En
su avance, el aragonés estaba flanqueado por el castellano y el
catalán que se expandían a la vez. En sus mejores tiempos, el
aragonés llegó hasta Murcia, donde todavía hoy se observan
numerosos giros aragoneses, especialmente en el habla de la huerta;
el “panocho”.
“El aragonés fino después de comer tiene frío
y si tan fino es tiene frío antes y después”.
ALGUNAS PALABRAS ARAGONESAS QUE EMPLEAMOS
SIN SABERLO:
Aiba d’ay
a carramanchones
a corderetas
acotolar
aguarte
aparador
arguellar
a tajo parejo
baldar
brinca d’ay
cado
capolar
capucete
carrañar
ceprenar
chabisque
chandrío
chaparrazo
chapurquero
chemecar
chipiar
coger un capazo
dar ferrete
dormir de memoria
echarte un lamparón
empandullo
empentar
encorrer
esbarrar
esbafar
escarramarse
escobar
escoscao
furo
galdrufa
me hace duelo
ir de propio
laminero
mallacán
mallo
m'en voy
moñaco
me da pampurrias
no más cal (verbo caler)
no me cuaca (v. cuacar)
orache
pedugo
plantero
purnas
romancear
rujiar
somarda
sulsir
tape
tarcual
tarranquiar
zaforas
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